ECONOMÍA SACRA
Por: Ivonne Villamil
"No se puede ser poderoso y a la vez puro"
Al encontrarme con esta frase, pensé inmediatamente en el proyecto “Economía Sacra” que presenta Héctor Cataño. Su obra, atiende de manera muy juiciosa a las reflexiones que alguna vez, todos nos hemos planteado como individuos sociales o incluso como seres humanos.
Hablar de dinero, éxito, poder o valor implica también pensar en un cierto estado ideal, aquél que Héctor cuestiona a través de las piezas que produce, siendo él mismo consumidor de las imágenes cotidianas de periódicos o revistas las cuales logran instaurar la noción de felicidad como una consecuencia del dinero. Esta dictadura implacable acerca de cuáles pasos se debe seguir para alcanzar el éxito o que aspecto tiene estas personas que se nos presentan como modelos hegemónicos para ser copiados, aparece en las obras de manera siniestra, sugiriendo que en ese “escalar posiciones” nos pisamos los unos a los otros frenéticamente, y que aquello que consideramos como valor, es una idea abstracta y contradictoria en el seno mismo de sus múltiples significados.
Este conjunto de piezas reúne obras producidas durante su estancia en España, con obras que retoma de algunos de sus proyectos anteriores, dando cuenta de su recurrente y casi obsesiva reflexión en torno al valor, el objeto fetiche, la condición del ser artista en relación con estoºs estereotipos de personas exitosas y la producción artística como acción similar a la del Rey Midas, es decir: el artista como productor de capital, la obra como un equivalente al dinero y el arte como engranaje de un sistema de intercambio comercial basado en la plusvalía e incluso en el azar.
Es por esto, que no se puede ser poderoso y puro a la vez. Hasta en sus obras podemos encontrar esas instancias casi sagradas del poder, representadas en el oro y la plata. De manera escueta y a la vez simbólica convierte sus piezas en ese “objeto fetiche”, para atraer al incauto que se deslumbre con el brillo del metal precioso y en seguida persuadirlo ante la “otra cara de la moneda”. Y en un juego de relaciones encantadoras y perversas se construye esta muestra, que nos enfrenta con un imaginario ostentoso que al tiempo cuestiona y señala lo oculto, ominoso y degradado de las relaciones transaccionales, el poder, el arte e incluso de la condición humana.